Estudios científicos han descubierto que las relaciones de amor intensas, generan en nuestro cerebro una especie de “raíces o “anclas”, que de manera recurrente mantienen activos nuestros recuerdos. Dichos estudios, nombran la existencia de un circuito neurológico que graba con mayor intensidad, los recuerdos dotados de más carga emocional.