Algunas claves para evitar las rupturas sentimentales

 

Cada vez la gente se atreve menos a casarse y los pocos que lo realizan duran poco. ¿Cómo consiguen algunas parejas tener un matrimonio feliz y duradero?

El enamoramiento perdura a través de los tiempos y muchos siguen apostando por el matrimonio para vestir de legalidad su amor. Pero las estadísticas evidencian que la cantidad de divorcios se incrementa más rápido que la de bodas que se celebran.

Pero si el panorama que muestran estos números es tan dramático, ¿cómo se las ingenian para seguir adelante aquellas parejas que duran? 

Para Adriana Guraieb, psicoanalista y experta en problemáticas de pareja, los matrimonios que perduran lo hacen porque tienen un cariño genuino, mantienen una comunicación franca, se tratan con respeto y permiten el desarrollo de los proyectos personales de cada miembro y de sus espacios propios. Sus miembros no procuran someter al otro, ni levantar una estructura de dominio: se busca la tolerancia y la comprensión. “Todo esto es fácil de decir, pero difícil de lograr, aunque podría sintetizarse en respetar las diferencias y hacerlo en todas: en las de opinión, en las de gustos, las religiosas, las económicas y las personales“, explica la experta.

En coincidencia, Graciela Faiman, especialista en psicoanálisis de familia y de pareja, asegura que el secreto de los perduran es que tienen más capacidad de tolerar las vicisitudes de la convivencia. “Se ponen en lugar del otro, dialogan y no compiten. El amor es una construcción y no tiene que ver con el enamoramiento, que es un flechazo que dura y se acaba. Después viene el nacimiento de un amor -que hay que cuidarlo todos los días- o de una desilusión. Los que pueden tolerar todo eso siguen juntos”, explicó.

Existe un falso mito por el cual se cree que los matrimonios añosos duran más que los jóvenes, pero Faiman asegura que eso no es así, ya que la expectativa de vida se ha prolongado de tal modo que es un factor que incide en el incremento del desgaste en una relación. “Cuando era sólo de 50 a 60 años, se estaba en pareja 25 ó 30 años. Ése es un factor”. Muchas veces los hijos se van del nido familiar, y la pareja vuelve a reencontrarse, pero ya no se reconocen, son dos extraños y las diferencias son irreconciliables.

En el mismo sentido, Any Krieger, psicoanalista especializada en pareja y familia y compiladora del libro Repensar los vínculos (de editorial Vergara), opinó: “Esas personas ya no son los ancianos de la generación anterior. Se dan cuenta de que tienen mucho por vivir y si la relación es mala, se animan a romper el vínculo y poder vivir una vida más satisfactoria“. Sin embargo, hay muchos que optan por sostener la relación con base en lo filial y en lo familiar, aunque ya no sientan nada por el otro, sólo porque ello les da estabilidad y contención emocional. En esos casos, buscan lo erótico afuera, y un amante es quien termina sosteniendo ese vínculo roto. “Muchas personas vienen desesperadas a la consulta, porque quieren a su amante y a su pareja y no pueden decidirse“, cuenta Krieger.

Otro tema de influencia es el de la revolución de la mujer: salió al mercado laboral, tiene autonomía económica, mayor libertad sexual e ingresa a las universidades. “Todo ello hizo que el ideal máximo de ellas vaya cambiando: antes era sólo casarse y tener hijos y hoy pueden ser presidentes, académicas, pueden vivir viajando por su trabajo y, además, pueden o no estar casadas y tener hijos”, sostiene Guraieb.

 Respecto a las alarmantes cifras de divorcios que se registran a nivel mundial, Krieger opinó que ahora no hay más casos que antes, sólo que “los medios se ocupan mucho de los temas sociales, entonces parece que hay más”. Pero aclara: “Hay divorcios de gente joven que hace un par de décadas no se veían y que se daban a partir de los 10 años de casados. Ahora se separan al año, incluso con la mujer embarazada, cosa que antes también ocurría pero esporádicamente”.

Entonces, muchos años en pareja con la misma persona parecería que no garantizan una vejez en compañía del otro, a pesar de que existe esa falsa creencia y se acusa a los matrimonios de pocos años de tomar la decisión a la ligera. Cuando los hijos se van de la casa y el matrimonio vuelve a reencontrarse, a veces pueden verse como dos desconocidos, porque el proyecto familiar se terminó y el divorcio se vislumbra como la mejor opción. Guraieb sostiene que, en ciertos casos, la gente mayor valora un poco más lo que cuesta construir un vínculo, “porque tienen más experiencia. La juventud, con tantos estímulos por conocer y descubrir, quizá tiene otra expectativa de lo que es una pareja. La gente madura prioriza el acompañamiento”.

Pero, cuando la decisión está tomada, ¿ya no hay vuelta atrás? “A veces no tienen idea de lo que hablan, creen que la salida es el divorcio en vez de intentar una terapia. 

Si bien son ellas las que suelen tener el coraje de tomar la iniciativa de separarse, también es real que a veces a la mujer le cuesta más rehacer su vida, porque son las que se quedan conviviendo con los niños; en cambio, al hombre se le hace más simple porque, por lo general, solo los tienen algunos días a la semana.

Las profesionales consultadas coincidieron en que las causales de divorcio no varían según la edad de la pareja. Infidelidad, incomunicación, malos tratos, conflictos sexuales, diferencias irreconciliables con los parientes de cada uno, el dinero o los diferentes criterios en la educación de los hijos, por solo nombrar algunas, son las que se observan tanto en matrimonios jóvenes como maduros. “Me parece aún más preocupante cuando se instala la patología del odio, que es tan destructivo para todos los miembros de la familia, porque no se trata de separarse o divorciarse del otro, sino de destruirlo”, explica Guraieb.

Entonces, a la hora de la crisis matrimonial, ¿cada uno por su lado o simplemente juntos? La palabra ‘crisis’ significa riesgo y oportunidad, ambas acepciones a la vez, y cuando ésta se presente, cada miembro de la pareja definirá su rumbo personal. “Son buenas si se saben aprovechar, la gente busca el alivio ligero, fácil, y termina cada uno por su lado, pero si no revisa a fondo lo que le pasó es probable que pueda repetir las causas que lo llevaron al fracaso”, explica Guraieb. “Hay que hablar, comunicarse, pedir ayuda y hacer terapia antes de tomar semejante decisión. No es fácil divorciarse, se sufre mucho porque se han invertido muchos años en proyectos comunes y se compartió la vida para después tener que cerrar la puerta”, finaliza la especialista.